jueves, 19 de abril de 2012

Dollarismo

Obsérvese que es un obispo y no un sacerdote en el que preside el nuevo altar.

Los tiempos cambian y las religiones también, la nueva sociedad impone una religión nueva. Algo que sea moderno, que nos permita estar en la vanguardia del escalafón social, que nos deje dormir con la conciencia dormida con los sedantes del consumo. Este nuevo catecismo es la adoración al dinero, lo que yo he calificado como el Dollarismo. Leí un artículo en el que se hablaba de como las iglesias han sido sustituidas por los centros comerciales, que a diario hacen profesar la fe del consumo. Los sacerdotes sustituidos por nuestros políticos que con órdenes de estos mercados episcopales nos incitan al ¡¡COMPRE!!. En un día a día en que el consumo, aunque esto suponga la destrucción de recursos, el empobrecimiento de otros países es la religión más profesada. Por desgracia la gente no empieza a ser consciente de que solo con la pérdida de algunos privilegios (consumo ilimitado de Energía, 365 de comercios abiertos, ropa para llenar el doble de nuestros armarios, etc.) podremos reforzarnos ya no económicamente si no socialmente y es que SÍ hay alternativa,el consumo responsable y de comercio justo, la compra en tiendas de segunda mano o tiendas gratis (si os interesa poner un comentario y os redactare una lista), la reducción del consumo, el trueque, las redes de intercambio, en definitiva, el Apoyo Mutuo. La antigua religión occidental (Cristianismo) no puede aún claudicar, por eso al unirse la alta jerarquía católica con el dollarsimo surge lo que estamos viendo, una Iglesia preocupada únicamente de los asuntos financieros, una Iglesia inmiscuida en la política que además se cree con derecho de juzgar a las demás personas (Rouco Varela, el obispo de Álcala, entre otros). Esta nueva mezcla ecuménica de religiones solo pretende obtener beneficios de sus actividades, imponiendo su criterio a los sacerdotes de base, que realmente transmiten las enseñanzas de la Biblia (por otro lado también cuestionables en el modo). No podemos permitir que la enajenación religiosa de la que Hegel y Marx hablaron allá por el siglo XIX, consuma al ciudadano moderno. Aunque si que se puede comenzar a decir que las diferentes cárceles del pensamiento humano tienen unos barrotes más: La enajenación del consumo.
Gracias

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